Recorriendo una feria del libro, en la ciudad de Buenos 
                          Aires, me encuentro con “La cucina”, de 
                          Lily Prior.
              
“No 
                era en absoluto mi intención asumir el mando, pero ninguno 
                de mis hermanos tenía la menor idea de cómo llevar 
                un negocio. A cada momento aparecía alguno de ellos en 
                la cucina preguntándome qué habría hecho 
                mamá en una determinada circunstancia, así que poco 
                a poco fui asumiendo toda la responsabilidad de forma natural. 
                Yo decidía que tierras bebían utilizarse para cultivo. 
                Determinaba qué animales había que criar y cuáles 
                sacrificar. Resolvía qué productos almacenar, cuáles 
                enviar al mercado, etcétera. Había un largo linaje 
                de mujeres fuertes en mi familia, y sospecho que los hombres sencillamente 
                nunca se habían tomado la molestia de pensar pos sí 
                mismos. ¡Ah, con la única excepción de l`Inglese!. 
                Él sí era un hombre de verdad en el auténtico 
                sentido de la palabra.
                
Y sin embargo, a pesar de todas las responsabilidades adicionales que tenía, no descuidé mis obligaciones en la cocina. Me gustaba pensar que ninguno de mis hermanos o de los campesinos, cuyo número iba en aumento, habían comido mejor en toda su vida. Les preparaba el desayuno, la comida y la cena. Servía una enorme fuente de carne asada o un cochinillo recién salido de la pocilga. Continuaba haciendo yo misma el pan, y a menudo había un postre delicioso o un nuevo tipo de queso y manzanas.
                
En cierto modo era feliz. No tenía ningún amante; así pues, no tenía que sufrir los altibajos del amor. Lo más que podía hacer era evocar la sensación de que un hombre penetraba en mí; recordar mis suspiros cuando su miembro duro separaba dulcemente los diferentes mantos de mi vulva y luego, una vez acogido en mi interior, los labios de la misma se cerraban de nuevo alrededor del miembro como si fueran los pétalos de una rosa.”
Parte de: “La cucina”, de Lily Prior.
NARANJITAS / ARANCINI
Una receta que no está detallada en el libro pero que gracias a la explicación pude recrear
              Y sin embargo, a pesar de todas las responsabilidades adicionales que tenía, no descuidé mis obligaciones en la cocina. Me gustaba pensar que ninguno de mis hermanos o de los campesinos, cuyo número iba en aumento, habían comido mejor en toda su vida. Les preparaba el desayuno, la comida y la cena. Servía una enorme fuente de carne asada o un cochinillo recién salido de la pocilga. Continuaba haciendo yo misma el pan, y a menudo había un postre delicioso o un nuevo tipo de queso y manzanas.
En cierto modo era feliz. No tenía ningún amante; así pues, no tenía que sufrir los altibajos del amor. Lo más que podía hacer era evocar la sensación de que un hombre penetraba en mí; recordar mis suspiros cuando su miembro duro separaba dulcemente los diferentes mantos de mi vulva y luego, una vez acogido en mi interior, los labios de la misma se cerraban de nuevo alrededor del miembro como si fueran los pétalos de una rosa.”
Parte de: “La cucina”, de Lily Prior.
NARANJITAS / ARANCINI
Una receta que no está detallada en el libro pero que gracias a la explicación pude recrear
 
                - 100g de arroz
- 50g de ricota (hecha puré)
- 50g de pecorino (rallado)
- 50g de mozzarella (desmenuzada)
- 1 cucharada de perejil picado finamente
- nuez moscada, sal y pimienta a gusto
- harina (cantidad necesaria)
- 2 a 3 huevos
- pan rallado cantidad necesaria
- aceite para freír
              - 50g de ricota (hecha puré)
- 50g de pecorino (rallado)
- 50g de mozzarella (desmenuzada)
- 1 cucharada de perejil picado finamente
- nuez moscada, sal y pimienta a gusto
- harina (cantidad necesaria)
- 2 a 3 huevos
- pan rallado cantidad necesaria
- aceite para freír
 
                Procedimiento:
              
 
                Una vez hervido el arroz y en su punto justo se lo escurre y deja 
                enfriar, lo mezclamos con los quesos, 1 huevo, el perejil, nuez 
                moscada, sal y pimienta.
Con las manos húmedas, hacemos bolas con la mezcla (tiende a ponerse pegajoso y difícil de trabajar). Se pasan las bolas por harina y luego por huevo batido y pan rallado.
Si las dejas descansar en la heladera (nevera) una media hora, será mucho mejor para su fritura posterior en aceite bien caliente (180º), hasta que estén bien doradas. Se sirve bien calientes y de inmediato.
Un buen acompañamientos sería una ensalada de ruclula y jamón crudo.
Hasta siempre:
Norberto E. Petryk / Chef
Con las manos húmedas, hacemos bolas con la mezcla (tiende a ponerse pegajoso y difícil de trabajar). Se pasan las bolas por harina y luego por huevo batido y pan rallado.
Si las dejas descansar en la heladera (nevera) una media hora, será mucho mejor para su fritura posterior en aceite bien caliente (180º), hasta que estén bien doradas. Se sirve bien calientes y de inmediato.
Un buen acompañamientos sería una ensalada de ruclula y jamón crudo.
Hasta siempre:
Norberto E. Petryk / Chef



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