DESNUTRICIÓN INFANTIL EN ARGENTINA
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Fundación Mi huerta
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Laura Reina
"Los programas para combatir este flagelo fracasan porque no entienden el problema. No sólo de pan vive el hombre. De nada sirve que alimente a un chico si lo devuelvo al ambiente hostil en el que vive", dijo a La Nacion el doctor Abel Albino, médico pediatra, presidente de la Coordinadora para la Nutrición Infantil (Conin), fundación desde la que lucha por combatir la desnutrición.
Ayer, tras conocerse otra muerte por desnutrición, Albino no disimuló su angustia: "Como médico infantil estoy de luto. La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo, que se combate con un abordaje integral, esto es, con educación nutricional, lactancia, estimulación temprana, programas de educación agraria, escuela para padres y documentación y legalización familiar. Sin eso se podrá combatir el hambre, pero no la desnutrición", señaló.
Frente a la crisis alimentaria registrada en Salta, el gobernador de la provincia, Juan Manuel Urtubey, reconoció que "la desnutrición infantil es un drama latente", y lo atribuyó a una "cuestión cultural" propia de los aborígenes, que se niegan a ser atendidos en hospitales y centros asistenciales.
Albino retrucó: "El control de salud es una obligación del jefe de familia y del Estado, que debe controlar que se cumplan los controles sanitarios. Acá se trampea con los percentiles, con las estadísticas y hasta con los diagnósticos, porque los cuadros de deshidratación están íntimamente relacionados con la mala nutrición".
"En el país hay una inclinación a depender de programas asistenciales, que son necesarios en un momento determinado pero que si no son complementados con un proyecto a largo plazo generan una dependencia que cuando se corta los beneficiarios quedan librados a su suerte. Con el programa de capacitación se corta esa dependencia", afirmó Lapetini.
Pero las barreras que encuentran son muchas. "En primer lugar, la comunidad aborigen tiene cierta reticencia a trabajar la tierra. Históricamente, vivieron de la caza y de la pesca, de lo que les daba la madre naturaleza, pero ante el cercamiento de la civilización les cuesta encontrar alimentos, están aislados y sin trabajo para sustentarse."
Otro problema tiene que ver con una cuestión cultural: "En general hay un mal hábito alimentario. En la Argentina, entre los más pobres, hay ausencia de vegetales y abundancia de carbohidratos. Por eso es tan importante el programa que impulsamos, porque ayuda a cambiar esos malos hábitos", siguió Lapetini.
Más allá de la comida, Albino insistió en que se ataque el problema en forma integral. "Estamos creando un ejército de débiles mentales. La desnutrición genera debilidad mental, que es la única que puede prevenirse y revertirse si es tratada a tiempo. No hay que pensar en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones", concluyó.
CRISIS HUMANITARIA. La expansión de los cultivos de soja y el abandono de las autoridades han sido dos factores clave / Rulo / Sub Coop.
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Más muertes por desnutrición en Salta
Nueve niños de familias aborígenes murieron en los últimos diez días como consecuencia de deficiencias
11 de febrero de 2011
LA NACIONLaura Reina
Tenía dos años y un cuadro de desnutrición grave. Ayer, otra niña aborigen murió en Salta por causas relacionadas con la alimentación deficiente. Su muerte es la novena que se produce en esa provincia en las últimas semanas. Entre los fallecidos hay siete niños que presentaron cuadros de deshidratación severa. Todos ellos contaban con bajo peso o riesgo nutricional.
Los niños fallecidos tenían un denominador común: pertenecían a familias aborígenes inmersas en la pobreza, el aislamiento y el desempleo, señalados por los especialistas como el caldo de cultivo de la desnutrición, que afecta al 6 por ciento de la población, según cifras oficiales, pero que alcanzaría el doble según las fundaciones dedicadas a combatir el problema. En total, se calcula que un millón y medio de niños están en riesgo nutricional."Los programas para combatir este flagelo fracasan porque no entienden el problema. No sólo de pan vive el hombre. De nada sirve que alimente a un chico si lo devuelvo al ambiente hostil en el que vive", dijo a La Nacion el doctor Abel Albino, médico pediatra, presidente de la Coordinadora para la Nutrición Infantil (Conin), fundación desde la que lucha por combatir la desnutrición.
Ayer, tras conocerse otra muerte por desnutrición, Albino no disimuló su angustia: "Como médico infantil estoy de luto. La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo, que se combate con un abordaje integral, esto es, con educación nutricional, lactancia, estimulación temprana, programas de educación agraria, escuela para padres y documentación y legalización familiar. Sin eso se podrá combatir el hambre, pero no la desnutrición", señaló.
Frente a la crisis alimentaria registrada en Salta, el gobernador de la provincia, Juan Manuel Urtubey, reconoció que "la desnutrición infantil es un drama latente", y lo atribuyó a una "cuestión cultural" propia de los aborígenes, que se niegan a ser atendidos en hospitales y centros asistenciales.
Albino retrucó: "El control de salud es una obligación del jefe de familia y del Estado, que debe controlar que se cumplan los controles sanitarios. Acá se trampea con los percentiles, con las estadísticas y hasta con los diagnósticos, porque los cuadros de deshidratación están íntimamente relacionados con la mala nutrición".
Dependencia asistencial
Por su parte, Juan Lapetini, director ejecutivo de la Fundación Huerta Niño, organización que promueve el cultivo de la tierra como medio para combatir la desnutrición a través de programas de capacitación en escuelas rurales, se refirió a la dependencia de los programas asistenciales."En el país hay una inclinación a depender de programas asistenciales, que son necesarios en un momento determinado pero que si no son complementados con un proyecto a largo plazo generan una dependencia que cuando se corta los beneficiarios quedan librados a su suerte. Con el programa de capacitación se corta esa dependencia", afirmó Lapetini.
Pero las barreras que encuentran son muchas. "En primer lugar, la comunidad aborigen tiene cierta reticencia a trabajar la tierra. Históricamente, vivieron de la caza y de la pesca, de lo que les daba la madre naturaleza, pero ante el cercamiento de la civilización les cuesta encontrar alimentos, están aislados y sin trabajo para sustentarse."
Otro problema tiene que ver con una cuestión cultural: "En general hay un mal hábito alimentario. En la Argentina, entre los más pobres, hay ausencia de vegetales y abundancia de carbohidratos. Por eso es tan importante el programa que impulsamos, porque ayuda a cambiar esos malos hábitos", siguió Lapetini.
Más allá de la comida, Albino insistió en que se ataque el problema en forma integral. "Estamos creando un ejército de débiles mentales. La desnutrición genera debilidad mental, que es la única que puede prevenirse y revertirse si es tratada a tiempo. No hay que pensar en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones", concluyó.
EN CIFRAS
750.000
Es la cantidad de argentinos, menores de 18 años que presentan problemas de desnutrición en todo el país, según las últimas cifras oficiales. En porcentaje, representan el 6% de la población.
1.500.000
Es la cantidad de personas que presentan severos problemas nutricionales, estimada por las fundaciones y ONG. En porcentaje, representan el 12% de la población.
4.000.000
Es la cantidad de argentinos que viven en la indigencia, es decir, que no llegan a reunir el dinero necesario para comprar lo básico para alimentarse.
5.800.000
Son los kg de comida entregada por los 12 bancos de alimentos durante 2010 a 1145 organizaciones sociales.
176.000
Las personas que se beneficiaron con la entrega de esos alimentos.
Milanesas para Todos
Mientras se suceden las muertes de niños aborígenes en Salta por desnutrición, según anunció anteayer la presidenta Cristina Kirchner desde mañana se podrán adquirir en el Mercado Central milanesas ya rebozadas a 21 pesos el kg, como parte del programa Milanesas para Todos. El anuncio lo formuló la jefa del Estado luego de explicar que la noche anterior había probado las milanesas en la residencia de Olivos junto con sus hijos, Máximo y Florencia, y que "estaban muy ricas". Luego, recomendó públicamente al responsable de las ventas en el Mercado Central que para el público "sean de la misma calidad"Soja, desnutrición y muerte en el noreste argentino
Hernán Scandizzo , Chaco (Argentina)
Jueves 6 de septiembre de 2007. Número 60
Cuando faltan menos de dos meses para las elecciones presidenciales, en las que Cristina Kirchner (mujer del actual presidente) parte como favorita, el fantasma de la crisis vuelve a rondar por Argentina. Al imparable crecimiento de la inflación y el coste de la vida se suma la reaparición de casos de muerte por desnutrición.
Catorce indígenas murieron por desnutrición en la provincia de Chaco, noreste del país, desde el 11 de julio. A lo largo de Argentina se repite la situación, según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada por el Ministerio de Salud entre octubre de 2004 y enero de 2006, el 15% de los niños de hasta cinco años padece desnutrición crónica, el 5% sufre de desnutrición aguda y el 2% son desnutridos graves. En los últimos años la prensa dio cuenta de condiciones extremas en las provincias de Salta, Formosa, Tucumán, Misiones y Buenos Aires. Generalmente los registros de estas condiciones se transforman en cifras que no salen del circuito administrativo. La emergencia chaqueña trascendió no por la cantidad de decesos en un lapso tan breve sino porque organizaciones indígenas y de derechos humanos “la sacaron del monte”.
La intensa ola de frío que azotó Argentina a mediados de julio fue el ladrillo que faltaba a la pared, la extrema pauperización en la que se encuentran los pueblos toba (qom), mocoví (moqvi)y wichí se tradujo en muertes. En abril de 2006 los indígenas de esa región realizaron movilizaciones, acampadas, cortes de ruta e incluso una huelga de hambre de 33 días para denunciar la situación y reclamar a las autoridades locales políticas públicas diseñadas con su participación. Recién en agosto lograron algunos acuerdos con el Gobierno, pero el diálogo concluyó en diciembre ante la imposibilidad de avances. A fines de marzo el Instituto del Aborigen Chaqueño -organismo autárquico administrado por los indígenas- declaró la emergencia sanitaria y alimentaria de todas las comunidades, mientras que la organización de derechos humanos Centro Nelson Mandela denunciaba un genocidio silencioso.
“Esto es a raíz de una política del Gobierno, nosotros lo calificamos como una política discriminadora, una política excluyente, y eso produjo que las comunidades indígenas queden en el abandono total”, explicó Leonardo Lorenzo, referente toba de Villa Río Bermejito. Este municipio del noroeste del Chaco es parte del Departamento Gral. Güemes, donde vive la mitad de los aproximadamente 25.000 tobas que habitan en la provincia [la otra cifra correspondía a la población indígena en general], allí se registró el mayor número de fallecimientos. El intendente de esa localidad, Lorenzo Heffner, el año pasado fue denunciado penalmente por racismo, aunque la causa no registra avances en la Justicia.
A partir de 1995, Chaco sufrió una acelerada venta de tierras fiscales, en ese momento la provincia contaba con tres millones de hectáreas, mayormente en la zona de monte conocida como El Impenetrable- franja oeste de la provincia-, territorio donde se encuentra la mayor parte de las comunidades. Actualmente quedan unas 580.000 Ha., el resto ha sido desmontado y puesto a producir soja transgénica, el cultivo de mayor rentabilidad en Argentina.
Al reducirse el espacio vital de las comunidades y ante el avance permanente de las fronteras ganadera y forestal -explotación de maderas preciosas- el monte sufrió un acelerado deterioro y las proteínas animales y vegetales que integraban la dieta tradicional toba desaparecieron. “Hoy se mantienen con grasa, con harina de trigo. A veces un poco de fideos, no siempre; arroz, cada vez menos; y carne, casi nunca. Esa dieta condujo a la desnutrición, a la mal nutrición, a la hipertensión, a la diabetes, por desnutrición o por mal nutrición a enfermedades como tuberculosis, chagas y otras enfermedades infecciosas”, afirmó Rolando Núñez, coordinador del Centro Mandela.
La dirección del Instituto del Aborigen Chaqueño, junto a unos 100 representantes indígenas de toda la provincia, pidió la renuncia del ministro de Salud, Ricardo Mayol, a principios de agosto. Hasta el momento el funcionario sigue al frente de esa cartera y continúa pendiente la implementación de políticas de fondo para revertir la situación.
La desnutrición nos compete a todos
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